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Blog feminista / experimental

Proyecto Corazón de Sandía es un espacio virtual creado para la reflexión femenina, feminista y simbólica de nosotras mismas. Abierto a la colaboración y la recepción de ideas. Pasa a leer y comentar.

Julieta

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Virginidad y adolescencia

  • Photo du rédacteur: Julieta
    Julieta
  • 30 janv. 2018
  • 2 min de lecture

"No le puedo contar a mi mamá"



Una muy querida amiga, profesora de biología, me contaba que una de sus alumnas le "confesó" que había "perdido su virginidad", que había sido lindo, pero no tenía a quién contárselo. Sólo se lo había dicho a su mejor amiga y a ella, a su mamá ni pensaba decirle. Mi amiga, le dijo que estaba bien, que se alegraba de que confiara en ella, y que no había problema, lo importante es que ella haya querido hacerlo. Básico y simple, tener relaciones sexuales cuando queremos. Lo triste de toda esta escena es: "no le puedo contar a mi mamá".


Con mi amiga empezamos a cuestionar cómo socialmente, el tema de la virginidad sigue siendo un tabú, especialmente para las mujeres. Ella me decía que le daba mucha pena que esta niña no tuviera con quién hablar estas cosas, no podía confiar en su mamá y nosotras también recordamos nuestra experiencia personal, cuando no podíamos contarlo a nuestras madres. ¿Por qué? Generalmente, las mujeres somos cuestionadas en temas de sexualidad. De principio se nos impone la idea de que no podemos disfrutar de nuestro propio cuerpo como sí pueden hacerlo los hombres.


Recordé cuando yo tuve mi primera relación sexual. Viajé en metro desde la casa de mi novio de la época a mi casa sintiendo la mirada inquisidora de las personas del vagón, como si todos supieran que yo "ya no era virgen". Sentía una presión social, aunque yo era quien lo imaginaba, lo más probable es que así se siente cuando todos lo saben, cuando lo contamos.


Pensamos en lo tremendo que es tener una experiencia sexual y no poder contárselo a nadie, sentir miedo, soledad, o felicidad y placer, pero no poder compartirlo abiertamente a las personas cercanas.


Es necesario que podamos abrir espacios de conversación, redes de apoyo para niñas, adolescentes y mujeres donde puedan contar sus experiencias, sus dudas, sus miedos. Incluso, podemos ir más allá, y ampliar este círculo también para los hombres, niños y adolescentes que tampoco cuentan con este espacio. Muchas veces, nos encontramos con la típica escena del "macho" que cuenta con cuántas mujeres se acostó en fin de semana, pero qué pasa con los demás hombres que sí tienen miedo a estas experiencias, traumas o situaciones que realmente no pueden compartir porque podrían ser tildados de "afeminados". Eso también es machismo y violencia, como el que vivimos las mujeres pero desde la otra orilla. A los hombres se les enseña desde niños a disfrutar del sexo, a no enamorarse, a no sentir conexiones emocionales fuertes, a diferencia de las mujeres, que se nos dice que debemos estar enamoradas cuando tengamos relaciones, que la virginidad es una preciada flor que debemos proteger hasta que llegue el "hombre indicado" (preferentemente, el hombre con quien nos casemos y sea el padre de nuestros hijos).

Si queremos construir una sociedad basada en los principios feministas tenemos que integrar a los hombres, nuestra lucha es una lucha social, que nace desde el descontento y la desigualdad que vivimos las mujeres a diario, pero es el feminismo debe ser justicia para todos, en igualdad de condiciones.

 
 
 

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