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Blog feminista / experimental

Proyecto Corazón de Sandía es un espacio virtual creado para la reflexión femenina, feminista y simbólica de nosotras mismas. Abierto a la colaboración y la recepción de ideas. Pasa a leer y comentar.

Julieta

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Quistes

  • Photo du rédacteur: Julieta
    Julieta
  • 19 janv. 2018
  • 5 min de lecture

Hace dos años que me dijeron que tengo quistes. Sí, en los ovarios. Tengo 3 y los clasifican como “quistes ováricos de cuerpo lúteo” y dicen que son grandes. Antes de eso, mi sistema reproductivo me era bastante indiferente. Debo reconocer que mis reglas siempre fueron insufribles, por lo tanto, más que indiferencia, existía algo de rencor hacia mi útero, mis ovarios y, lógicamente, mis ciclos menstruales. Desde chica fui irregular, por lo tanto nunca estaba preparada para la regla, y cuando llegaba me duraba días, meses, años. Un interminable ritual y toallas higiénicas hasta por 7 u 8 días.


Hace algún tiempo, antes de saber de la existencia de mis quistecitos, comencé a sentir dolores muy fuertes en el bajo vientre en dos momentos específicos: previo a una relación sexual y durante mi período menstrual. Decidí ir al médico y plantearle esta situación. Me hice un ecografía transvaginal (que hasta ahora es el examen más invasivo que conozco y es mil veces peor que el PAP) y ahí los vieron. La doctora que me hizo el primer examen me asustó diciendo que eran amorfos y que no sabía cómo clasificarlos. El médico que me vio después me tuvo meses tomando uno que otro examen para descartar cáncer. Empecé con pastillas anticonceptivas y, con ellas, volvió el dolor a mi corazoncito.


Mientras tanto, mi vida era un tanto muy caótica al estilo teleserie venezolana. Estaba con un ex pololo de quien me enamoré mucho. Compartimos una casa, un gato que nos duró una semana, deudas y adicciones. Sin embargo, veníamos pasando por períodos eternos de crisis, rupturas, encuentros sexuales, llanterío y felicidad culposa. Cuando me hice los exámenes habíamos terminado. Lo llamé llorando para contarle la horrible noticia que me dieron los doctores. Pero él estaba ocupado con su vida, ni yo ni mis quistecitos eran de su incumbencia. Así que su respuesta fue bastante indiferente.

Entonces empezó en mi vida una etapa que podría asociarse a muchas cosas feas como el desamor, el despecho y la enfermedad. Todo junto al estrés laboral, dentro de un colegio vulnerable en la periferia de Santiago, punto que jugó muy a favor de mi cuadro depresivo.


Cuando ya no tenía novio, pero sí tenía esta enfermedad llamada "quistes en los ovarios", sentí que debía hacerme cargo de alguna forma. Comencé con las pastillas anticonceptivas por recomendación médica, que sólo trajeron a mí más desordenes emocionales y de hormonas, en ningún caso sentí que me ayudaron. Incluso cuando repetí mis exámenes, descubrí que los quistecitos estaban muy felices en interior y ni siquiera habían disminuido en su tamaño.

Una muy buena amiga y compañera de vida, bióloga por profesión, maestra por vocación, me aconsejó dejar las pastillas y dejar a los médicos por un buen tiempo. Ya estábamos a fin de año y mi cuerpo-mente-alma necesitaba descansar de todo lo que fue el 2015. Le hice caso. Fue un período de liberación que lentamente fue tomando sentido para mí y lo que había vivido.


En cierto momento comencé a leer al respecto de los quistes. ¿Será realmente fundamental que me opere para sacarlos? ¿ no se podrán disolver solos? ¿hay algo en mí que necesite resolverse para los quistes se vayan? Durante esta investigación llegué a un artículo que hablaba sobre las “heridas sexuales”. En él, decía que todos los dolores o quistes que se nos generan en el útero se deben a heridas emocionales relacionadas con nuestra sexualidad. Desde muy chica comencé a tener relaciones sexuales. Mi primer novio me hizo sufrir muchísimo, era machista, manipulador, agresivo. Después de él tuve dos novios más. Uno más que bueno que el siguiente, pero lloré por todos. Lloré, lloré y me desgarré llorando por amor desde que tengo memoria noviecística. Luego vino mi último ex, con quien se estableció una relación tortuosa a partir de nuestra primera ruptura, cuando me fui de la casa y estuve un mes encerrada deprimiéndome. Cuando leí esta nota pensé: ¿dónde empezaron mis dolores? Desde el primer al último ex hubo sufrimiento y llanterío excesivo. Pero en el último hubo algo más que llanterío excesivo, también hubo algo que sentí por primera vez: la sensación de hogar. Aunque fuera sólo una sensación, porque tampoco sé si podamos llamar hogar a la casa donde vivimos. Hubo un quiebre en mi historia de vida como novia, porque por primera vez salí de mi nido familiar (papás-hermano) para llegar a otro nido familiar (novia-novio) y claro, fue un golpe cuando ese nido se cayó del árbol, se quebró y no existió más esa familia ficticia. Cuando me di cuenta de que yo estaba lista para el proyecto familiar de mujer adulta, pero él no, me dolió. Podría clasificar esto como un dolor, como una herida, una gran herida emocional, pero que repercute, de alguna forma, quizá indirectamente en mi sistema reproductivo, en tanto sistema reproductivo-afectivo.


El último examen para ver cómo estaban mis quistecitos, me lo hice hace unos meses. Siguen igual. Comencé un diario de quistes que se llama “cómo sanar mi útero”. He estado llenándolo con ideas de recetas naturales, ejercicios, masajes, reflexiones en torno a la concepción actual que tengo sobre mi útero, mis quistes, mi menstruación. Me hago cariño, me cuido más, soy más sincera conmigo, con quien soy, con cómo siento. Dejé algunos vicios que ya no me estaban haciendo bien, que quizá nunca me hicieron bien. Siento que estoy en un largo proceso y lo quiero llevar con calma. Hay tiempo para mí.


En la actualidad, estoy enamorada, como jamás pensé que volvería a estarlo, como jamás lo he estado. Es una relación tan distinta a las que había tenido siempre. Con él -casi- nunca peleamos y si lo hacemos, las ganas de estar bien son más fuertes, entonces hay reconciliación inmediata. No tengo ganas de estar triste como antes, no tengo esa necesidad de llanterío venezolano. Quiero estar feliz, quiero estar bien, tengo una necesidad de querer vivir que no tenía hace mucho tiempo. Con el término de la relación adictiva-nociva que tuve con mi último ex se empezaron a aclarar muchas cosas, entre ellas mi amor hacia mí. Hacia mi cuerpo, hacia mi vida, hacia mis habilidades. Quizá por qué mis quistes siguen igual. No lo sé, yo siento que yo estoy distinta, por lo mismo, esperaba que ellos decidieran irse de mí. Quizá aun no es tiempo, quizá quieren acompañarme un ratito más, quizá son parte de otras puertas que deben cerrarse, y otras que deben abrirse Quizá necesitan sentirse queridos por mí para decidirse a dejar mi nido-útero. Quizá son pájaros dentro de sus huevos y adoran el clima de mis entrañas. Prefiero dejar que las cosas fluyan, que yo y ellos fluyan. No todos los quistes son malignos.


 
 
 

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