Climática
- Julieta
- 19 janv. 2018
- 2 min de lecture
Dernière mise à jour : 22 janv. 2018
En esta nueva aventura viajera y emocional, he descubierto algo muy importante de mí: soy altamente susceptible a los cambios climáticos.
Nací en Buenos Aires, Argentina, ciudad caracterizada por un clima semitropical. Siempre me sentí cómoda con poca ropa y calorcito en la espalda. La tormenta repentina que llenaba de barro mi cuadra. Y después, como en una película, a través de las nubes el sol reapareciendo y diciendo "aquí estoy, en realidad, nunca me he ido". El calor otra vez a los cuerpos y a secarse de la humedad postlluvia. Creo que, aunque llevaba años viviendo en Chile -más de la mitad de mi vida-, el clima de mi infancia es el clima que lleva mi corazón, donde quiera que vaya.
Cuando decidí venirme a vivir a Europa y llegar justo a fines de otoño y comienzos de invierno, no pensé que iría a afectarme tanto.
Mi primer contacto con Europa, fue el crudo invierno de Ámsterdam. Una tormenta de nieve nos atacó en plena calle central y ya no pudimos seguir. Estuvimos en la ciudad 3 días porque nuestro vuelo a Francia fue cancelado. Pudimos conocer la ciudad, un poco, ya que el clima no nos permitió recorrer tanto -y no es de exagerada, realmente era imposible-. Además, a las 16.15 empezaba a oscurecer. Sí, se hacía de noche a las 4 de tarde. Muy acotumbrada a los climas latinos donde oscurece a las 8 o 9 p.m., y en invierno a las 6 o 7 p.m., fue una de las cosas que más me sorprendió. Un día, incluso, jamás salió el sol. Fue de noche todo el día.
Llegamos a la Bretaña Francesa, y el día nos recibió con un hermoso sol. Yo pensé "genial, esto no será tan distinto". Sin embargo, al pasar los días, fui descubriendo el real clima bretón: lluvioso, nublado, frío. La verdad, es que dan ganas de no levantarse nunca, de acurrucarse como un gato al lado de la chimenea por siempre. Y si estuviera de vacaciones, sería maravilloso, pero estaba llegando a Francia, tenía que levantarme, tenía que recorrer la ciudad.
Conocí la ciudad y sus alrededores, pero el clima me deprimió bastante. Es una ciudad preciosa, increíble, conocí lugares que nunca imaginé. Gracias a esta experiencia, descubrí una parte importante de mí misma: debo ir siempre en busca de calor, al menos si pienso en ciudades donde quiera vivir por más de un mes. Soy una persona muy receptiva al clima, tengo un corazón tropical, y eso no va a cambiar.

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