Amigas, compañeras de vida
- Julieta
- 20 janv. 2018
- 2 min de lecture
Dernière mise à jour : 22 janv. 2018
Ay. Siento que es un tema tan extenso que cuando empiece a hablar de esto no terminaré nunca.
La base de la amistad, como de todos los vínculos afectivos, es el amor. En el caso de la amistad, es ese amor desinteresado y no sanguíneo. Ese sentimiento de fraternidad infinita hacia alguien que no conoces desde que naciste ni forma parte de tu familia. Lo más probable es que recuerdes perfectamente el día o las circunstancias en que esta mujer maravillosa llegó a tu vida. Quizá se conocen desde niñas y han compartido todos los procesos de crecimiento juntas. Quizá se conocieron mayores, cuando ya tenían algunas cosas claras, en la útlima etapa de la adolescencia o comenzando la adultez (a todo esto, ¿qué es la adultez?). Quizá se conocieron en una etapa muy dolorosa o compleja de sus vidas, y encontrarse en ese preciso momento generó el vínculo. Lo importante es que entre las dos existe una conexión infinita, un amor pronfundo hacia la otra casi inexplicable.
Cuando pienso en algunas etapas de mi vida, difíciles, divertidas, complicadas, cuando necesité un consejo, un abrazo, llorar con alguien, siempre -y no hay excepción- hubo una amiga. No sé si les pasará a todas, pero soy una persona muy expresiva y creo que todas mis amigas conocen al revés y al derecho mi vida, quizá hasta podrían contarla mejor que yo. He recurrido a ellas siempre que las he necesitado, y ahí han estado para mí.
Por eso es que no imagino vivir lejos de ellas. En este período, sí me encuentro lejos y mucho. Claramente no nos podemos juntar a tomar algo o a conversar cualquier día, pero en este sentido, estoy profundamente agradecida de las redes sociales, porque sigue existiendo comunicación, a pesar de la lejanía. Sé que si un día me siento sola, triste y quiero llorar, puedo hacer una videollamada y ahí estará, alguna de mis amigas, dispuesta a escucharme.
Creo firmemente, en que todas las mujeres debemos rodearnos de amigas, que sean distintas a nosotras, que sean parecidas, que sean iguales, que sean madres, que no lo sean, que sean feministas. Y las que no lo son, ojalá nosotras poder enseñarles sobre sororidad, feminismo, lucha. Debemos crear espacios de feminismo junto con más compañeras, abrir caminos más justos para que las mujeres podamos vivir en paz y sin miedo. La sociedad patriarcal en la que vivimos, nos ha enseñado que las muejres somos enemigas. Somos envidiosas, mentirosas, manipuladoras y queremos dañarnos entre nosotras. No es así. Ser feminista también es una forma de derribar ese mito, ayudarnos mutuamente en este camino de lucha, debemos perder el miedo a querernos, apoyarnos, protegernos entre nosotras y entregarnos al amor.
Todas mis amigas son maravillosas. Todas son únicas, distintas y hermosas. Algunas incluso se han hecho amigas entre sí. Y me encanta que mis amigas se quieran. Agradezco ser parte de sus vidas y sentirme protegida cuando estoy dentro de este círculo hermoso de amistad femenina.

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